domingo, 11 de marzo de 2012

El gen que evita el cáncer, rejuvenece y ayuda a perder peso


El Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, que dirige la insigne científica María Blasco, se encuentra entre los de mayor prestigio internacional en cuanto al nivel de sus trabajos. Recientemente, su labor en el estudio de los así llamados "genes supresores de tumores", les ha hecho saltar a las portadas de medio mundo.
Lo que hacen estos genes supresores, es codificar proteínas que nos protegen contra el cáncer de manera natural. Una de las armas del cáncer consisten en inactivar estos supresores en las celulas afectadas por el tumor. El cáncer es una enfermedad íntimamente ligada con el envejecimiento. De hecho, es evidente que la acumulación de daños producidos por la edad y no resueltos convenientemente, está detrás de la aparición de múltiples tumores. A su vez, muchos investigadores creen que la acumulación de células dañadas en nuestro organismo, es así mismo la base del envejecimiento.
Como vemos la relación envejecimiento y cáncer existe, y es notable.
Se sabía gracias a trabajos anteriores que modificando genéticamente a las células (en este caso de ratones) para que portaran copias extra de algunos de estos genes supresores de tumores, los animales aumentaban sus defensas antitumorales. Al mismo tiempo y sorprendentemente, al reforzar las defensas naturales contra el cáncer del organismo de estos ratones, estos se encontraron así mismo protegidos contra los rigores del paso del tiempo, exhibiendo mejores parámetros de salud.
Lo que han descubierto ahora los investigadores del CNIO, está relacionado con nuevo gen supresor de tumores denominado PTEN. Al estudiar a ratones modificados para portar más copias de este gen, los científicos contemplaron de nuevo el parámetro antes comentado: los roedores estaban más protegidos frente al cáncer y de nuevo eran también más longevos. Lo verdaderamente sorprendente era que además, presentaban una nueva característica muy destacable: estaban notablemente más delgados.
En efecto, los ratones manipulados genéticamente estaban un 28% más delgados que el resto, pese a comer lo mismo o incluso más, que los no modificados.
La respuesta a este misterio parece estar en la producción de grasa parda (o grasa buena) la cual permite quemar la energía sobrante (¡sin ejercicio!) que el cuerpo acumula en forma de grasa común. Está grasa parda está íntimamente relacionada con los procesos que permiten a algunos animales hibernar y es común en los bebés humanos, que la emplean para generar calor.
De algún modo, los ratones con más PTEN activan a la grasa parda, lo cual les permite estar más protegidos frente a la obesidad y la diabetes. Para demostrar esta relación entre el PTEN y la obesidad, los investigadores administraron a los ratones un compuesto experimental que inhibía a la misma enzima contra la que actúa el PTEN, llamada PI3K. Los resultados obtenidos fueron los mismos, abriendo la puerta a métodos que permitan activar la grasa parda mediante compuestos sintéticos.
Si se confirmase este mecanismo en humanos (para lo cual queda un largo trecho) en teoría sería posible suministrar un medicamento que nos proteja contra el cáncer, nos permita vivir más y mejor (es decir aparentemente más jóvenes) y que además nos haga deshacernos del exceso de nutrientes sin ningún esfuerzo. ¡La panacea que buscan las farmacéuticas!
Si estos genes supresores son tan sumamante beneficiosos. ¿Cómo es que la evolución no los hizo más comunes? Bien, desde el punto de vista estrictamente biológico, un animal adulto que haya superado la fase de reproducción deja de tener importancia de cara al mantenimiento de la especie.
Solo que nosotros, los humanos, nos oponemos a los dictámenes de la evolución. Queremos vivir jóvenes, sanos y delgados durante mucho más tiempo. En ese sentido, este trabajo podría ser todo un salto hacia adelante.
Leído en Amazings.
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El glaucoma no se puede prevenir pero sí tratar


El glaucoma constituye la segunda causa de ceguera en el mundo, solo superada por las cataratas, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS); se estima que la padece entre 80 y 90 millones de personas, aunque, a pesar de su gravedad, la mitad de la población afectada por glaucoma lo desconoce, ya que generalmente no causa síntomas que adviertan de la patología, por lo que no se puede prevenir.
Sin embargo, sí se puede detectare y tratar, afirma el óptico-optometrista Marc Biarnés, del Instituto de la Mácula y la Retinadel Centro Médico Teknon de Barcelona alerta, con motivo del Día Mundial del Glacucona, que se celebra este lunes 12 de marzo. En caso contrario, es decir, si no se detecta y se trata a tiempo, el glaucoma puede llegar a producir baja visión e, incluso, ceguera en el 5 por ciento de los casos.
El glaucoma es una lesión irreparable del nervio óptico, normalmente provocada por un fuerte aumento de la presión intraocular. Esta lesión causa una pérdida progresiva de visión, que normalmente comienza por la periferia del campo visual. Los especialistas suelen calificar al glaucoma como el 'enemigo silencioso', ya que, en la mayoría de los casos, el paciente no experimenta ninguna molestia ni ningún síntoma hasta que se produce una pérdida visual permanente e irreversible.
En España se estima que el glaucoma afecta a más de un millón de personas. Su incidencia se incrementa con la edad a partir de los 40 años de edad. Así, en el grupo de 50 a 59 años, la incidencia se sitúa en el 2,1 por ciento. Esta cifra asciende al 2,3 por ciento en personas de 60 a 69 años y, una vez pasados los 70, alcanza el 3,5 por ciento.
El glaucoma tiene tres circunstancias que hacen que la enfermedad sea "peligrosa", la primera circunstancia es que afecta a mucha gente; la segunda es que es sintomática, y la tercera es que tiene tratamiento. "Tres circunstancias que hacen necesaria la precaución y la alerta por parte del especialistas sanitario", ha explicado a Europa Press, quien explica que, "como el daño que provoca no se recupera", es importante "detectarla y pararla" en los primeros indicios de la enfermedad.
SU ORIGEN DESCONOCIDO
Existen distintos tipos pero el que afecta a la gran mayoría, el glaucoma de ángulo abierto, es de origen desconocido y asintomático que, según Biarnés, "es lo que le convierte en muy peligroso". "No podemos hacer nada para prevenir el glaucoma de ángulo abierto, ya que al no saber qué hace que la presión sea más alta tampoco se puede hacer mucho para prevenirlo", ha añadido.
No obstante, aunque se desconocen los motivos por los que aparece, se sabe que algunos grupos de pacientes son más proclives a desarrollar la enfermedad en uno o ambos ojos y, por lo tanto, deben acudir a las revisiones al menos una vez año.
Es el caso de los mayores de 45 años que no se hayan sometido a un examen ocular en los últimos años; las personas con antecedentes familiares de glaucoma, en especial de familiares directos como padres o hermanos; los pacientes con una presión intraocular alta; los pacientes diabéticos; las personas con miopía elevada, y los pacientes medicados con corticoides o que han sufrido un golpe en el ojo.
En cuanto a los tratamientos, Biarnés destaca que los tratamientos actuales aprobados consisten en bajar la presión del ojo. La primera medida son gotas oculares varias veces al día; si no funcionan, se está utilizando el láser; y, finalmente, si no se consigue bajar la presión se puede acudir a la cirugía.

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